La Odontología en la vida moderna del ser humano
La Odontologia en la vida moderna del ser humano.
Este relato lejos está de juzgar o prejuzgar a personas situaciones e instituciones en particular, simple y llanamente se trata de una descripción objetiva del peregrinar del individuo antes, durante y después de una visita al odontólogo.
Quiero dejar claro que esta visión personal fue obtenida de la propia experiencia vivida Durante los últimos años, buscando el entendimiento y relación directa de los procesos odontológicos con el resto del organismo y la búsqueda incesante de respuestas ante diferentes padecimientos de cada uno de los pacientes que asistían a mis consultas, como médico, de acordé a mi formación y estudios cada vez más aprofundados de la medicina holística, me permitían acceder a conocimientos sobre la entrañable relación entre los dientes y el resto del organismo, a través de las innúmeras conexiones nerviosas de estás estructuras dentarias, me dirigía en inicio de todo tipo de consulta a la inspección semiológica de la cavidad bucal prestando principal atención en las estructuras dentarias tanto visibles y o táctiles como a su vez en profundidad a través de radiografías panorámicas de boca.
En este peregrinar de información me di cuenta tristemente que dentro de la formación universitaria tanto odontológica como médica carecía de la más útil y sensible información sobre la génesis de las enfermedades de la boca y sus respectivas consecuencias para la salud en general del individuo. Hoy en día aún nos encontramos con profesionales que surcan la más increíble ignorancia sobre la evolución de los conocimientos sobre la constante evolución del pensamiento, por lo que me hace pensar que el fin único e ultimo que persigue la Odontología moderna es el del generar un sistema financiero adecuado para el profesional, en detrimento de la salud general del individuo, desconociendo por completo, las consecuencias o secuelas que deja un procedimiento de tanta magnitud neurológica y biológica, aunque parezca sólo tratarse de un pequeño diente , está modalidad podemos explicarla ya sea por la falta de conocimiento y conciencia de estudio e investigación o por el simple hecho de convertirse en apenas un mero técnico de determinados procedimientos como los de moda, como (armonización facial, o suero terapias) dejando de lado la importante misión de trabajar la boca del paciente desde su esencia.
Tener hoy la posibilidad de entender lo qué pasó en los últimos años, en este mundo, al que llamamos moderno, nos permite saber interpretar la gran cantidad de enfermedades y complicaciones de los estados de salud, no sería más lógico que ante tanto avance y descubrimiento científico y infinidad de terapias presentadas día a día se siga asistiendo a un aumento progresivo e infinito de enfermos? Que las complicaciones de enfermedades sean cada vez más comunes y agresivas ? Que cada vez se precisen más drogas para palear un síntoma ?
Claro, nos quisimos hacer los desconocidos que ante cualquier tipo de acción se produce una reacción , no respetando el simple concepto de que ante cualquier movimiento o agresión en el cuerpo este responde primero con un proceso inflamatorio para producir la cura y que este mecanismo no es aislado, si no, por lo contrario, sistémico, comprometiendo todos los sistemas y órganos de cuerpo a travez de la corriente sanguínea y del sistema nervioso central .
También desconocemos los conocimientos milenarios de culturas que nos transmitieron conocimiento sobre el verdadero cuidado del cuerpo los tiempos modernos trajeron la publicidad y el interés comercial por sobre todas las cosas por lo que perdimos la verdadera esencia de la medicina Que es la prevención y no particularmente la cura.
Pero finalmente no todo es tan malo y patético porque cuál es el avance científico y el conocimiento también hoy podemos acceder a entender los errores que cometimos en el pasado y al menos hoy intentar corregirlos primero no cometiéndolos de nuevo y segundo intentando reparar aquel daño producido minimizando las respuestas Patológicas manifestadas con el tiempo.
La ciencia nos permitió en muchísimas oportunidades acceder al confort o a procesos de curas verdaderamente interesantes reemplazando estructuras óseas por prótesis estructuras cocleaRea por aparatos de audición , lentes intraoculares , y prótesis dentarias, aquí en este último ítem me gustaría detenerme para hacer un análisis evaluativo del costo-beneficio de lo que hoy preconizamos día a día en los consultorios odontológicos que son los implantes dentales en su grande mayoría de aleaciones metálicas (Titanio) Y aludas más modernas de Zirconia estas estructuras se implantan produciendo primero un daño en las trabeculación óseas sea del maxilar superior o maxilar inferior lógicamente conocemos la frase también claramente errática De qué aguardamos la correcta ostio integración de esa estructura artificial a la estructura biológica del cuerpo, cosa imposible semántica mente hablando ya que nunca podríamos conseguir una integración del metal al sistema biológico o viceversa, A este proceso al cual nosotros conocemos como ostio integración es nada más y nada menos que un proceso inflamatorio en el cual el cuerpo produce una serie de reacciones defendiéndose de aquella agresión que es el implante en su estructura biológica de un material desconocido (osteo adaptación), la pieza puede quedar perfectamente incorporada en el lugar determinado pero debemos entender que esa región a su vez se encuentra integrada a diferentes partes del cuerpo por lo cual, aquel proceso inflamatorio de fijación del implante y su cicatriz podría producir alteraciones En cualquier otra parte del cuerpo a distancia, dentro de la terapia neural lo llamamos campo de interferencia o gatillo neuro modulatório. este podría manifestarse en forma de algún síntoma de forma inmediata o instalar en el paciente reacciones o síntomas progresivas hasta desencadenar una manifestación clara de la dolencia.
Sobre los materiales específicos y los precios
Llamativamente observamos que dentro del área de la salud se comercializan diferentes tipos de productos, que, según sus características técnicas y fundamentalmente la calidad de sus componentes hacen variar el precio del producto, la pregunta entonces si se trata de salud si se trata de resguardar la integridad del paciente la viabilidad de los tratamientos la durabilidad de los mismos no debería exigirse y para introducir un material en el cuerpo humano sea siempre el de mejor calidad ?
Muchas veces escuchamos en Consultorios de qué el paciente debería elegir dentro de sus posibilidades tal o cual implante, ahora bien, ofrecerle un producto de la mejor calidad para que el paciente sepa cual es el de máxima calidad y que por su precio no consiga dentro de sus posibilidades adquirirlo no deja de ser un tipo de estorcion encubierta en pro de una mejor salud, entonces aquella salud de excelencia desgraciadamente y nuevamente se encuentra limitada a las posibilidades financieras que tenga el individuo a veces optando por el de menor precio entrando en una arriesgada ruleta rusa que podría comprometer toda su existencia.
Este hecho relatado particularmente dentro de un consultorio de odontología ocurre todos los días en la vida del ser humano cuando se trata de prestaciones de salud y adquisición de medicamentos, Mostrándonos en líneas generales que la salud claramente obedece a patrones comerciales y no necesariamente al interés de mejorar la calidad de vida del ser humano, claro que es utópico en pensar de qué todos los seres humanos deberían tener el mismo acceso a la excelencia, al menos, cuando se trata de salud pero también No podemos de plantearnos hoy esta problemática existente a nivel global, Para desde esta reflexión, entender el estado actual en niveles de salud que posee la población, incrementándo y, o agravándo día a día las enfermedades e interCurrencies generando nuevas dolencias.
El desconocimiento de información sustancial de la función de los dientes y sus relaciones tanto entre ellos como con cada estructura de nuestro organismo va llevar claramente al fracaso de diferentes tipos de tratamientos.
Durante muchos años, el estudio de los dientes acaparó gran información desde antiguas culturas milenarias, donde se relacionaba a cada diente con relaciones y comunicaciones energéticas, tanto en el funcionamiento individual del diente o como n todo su conjunto, desgraciadamente, en los últimos años, nos volcamos a la instrucción de una Dentisttica agresiva, reparadora y no preventiva, como sería lo aconsejable. los valores Perdidos hablan de la influencia de nuestra psiquis en el desarrollo a futuro de patologías dentarias predisponiendo específicamente a cada diente a la instalación posterior de una carie esto se explica claramente hoy en Día con la información que obtenemos de las diferentes escuelas de decodificación dentaria en las cuales se demuestra fehacientemente la impronta de una serie de eventos traumáticos desde el punto de vista emocional tanto en nuestra infancia como también en la adolescencia que al futuro improntan en determinados dientes como patología Que nos lleva apenas a la resolución del problema sea en la corrección o extracción del diente afectado y nunca tratando el verdadero origen psíquico emocional que desencadenó la enfermedad.
Entonces finalmente para culminar este relato sería interesante que este conocimiento se ha marcado para las diferentes escuelas y asociaciones de odontología en el mundo para cristalizar una verdadera enseñanza llena de contenido humanizado en cada procedimiento Rescatando la necesidad imperiosa e insustituible de la atención odontológica criterios científica y holística que va a permitir una odontología inteligente evitando de esta manera mayor sufrimiento del que ya posee el consultante
La propuesta se trata entonces de llevar una información correcta del antes del durante y el después de una atención odontológica analizando el estado general del paciente su estado emocional y evaluando cualquier tipo de respuesta natural que podría presentar cada individuo.
Conclusión final
La odontología es una rama importante en la recuperación y tratamiento de enfermedades de la boca en el ser humano, necesaria para la integración social, la confianza y las conductas del individuo. por lo tanto como una técnica cada vez más impregnada de tecnología, permitirá esta vez junto con la integración del conocimiento del comportamiento sistémico del paciente, un tratamiento adecuado a cada necesidad, desde el respeto De la singularidad de cada paciente, analizando en cada caso particular los pro y los contra y el costo-beneficio de cada uno de los tratamientos, convirtiendo a esta práctica odontológica, en una prestación única, sincera, Amorosa y envolvente, en el cuidado De cada paciente. convirtiendo a cada consulta en una sesión no solamente de un tratamiento dentario sino de la comprensión y entendimiento de un ser humano Que finalmente es quien está pagando por la excelencia de una atención especializada, Confiante en las capacidades profesionales y humanas de su curador tanto en un sistema público como privado.
Dr. Gonzalo Hernán Andina Fernández
Medico cirujano / Neural terapia
Tel. +55 11 91026 4811
A Odontologia na vida moderna do ser humano. Este relato está longe de julgar ou prejulgar pessoas, situações ou instituições em particular; trata-se simplesmente de uma descrição objetiva do caminhar do indivíduo antes, durante e depois de uma visita ao odontólogo.
Deixo claro que esta visão pessoal foi obtida a partir da experiência própria, vivida nos últimos anos, buscando compreender a relação direta entre os processos odontológicos e o restante do organismo, e a incessante busca por respostas diante de diferentes padecimentos dos pacientes que atendia em minhas consultas. Como médico, de acordo com minha formação e estudos cada vez mais aprofundados de medicina holística, pude acessar conhecimentos sobre a estreita relação entre os dentes e o organismo como um todo. Pelas inúmeras conexões nervosas dessas estruturas dentárias, sempre iniciei qualquer consulta pela inspeção semiológica da cavidade bucal, prestando atenção principal às estruturas dentárias visíveis e/ou táteis e, em profundidade, por meio de radiografias panorâmicas.
Nesse percurso de informação, percebi com tristeza que a formação universitária — tanto odontológica quanto médica — carecia de informações úteis e sensíveis sobre a gênese das doenças da boca e suas consequências para a saúde geral do indivíduo. Ainda hoje encontramos profissionais que navegam em uma incrível ignorância sobre a evolução do conhecimento e do pensamento, o que me leva a crer que o fim único e último da Odontologia moderna tem sido gerar um sistema financeiro adequado ao profissional, em detrimento da saúde geral do indivíduo; desconhecendo por completo as consequências ou sequelas deixadas por procedimentos de tamanha magnitude neurológica e biológica. Embora pareça tratar-se apenas de um “pequeno dente”, tal abordagem pode ser explicada pela falta de conhecimento, estudo e investigação — ou pelo simples fato de o profissional tornar-se um técnico de procedimentos da moda (como harmonização facial ou soroterapia) — deixando de lado a missão essencial de trabalhar a boca do paciente a partir de sua essência.
Hoje, compreender o que aconteceu nos últimos anos, neste mundo que chamamos moderno, permite interpretar a grande quantidade de doenças e complicações dos estados de saúde. Não seria mais lógico que, diante de tantos avanços e descobertas científicas e da infinidade de terapias apresentadas diariamente, assistíssemos a uma diminuição — e não a um aumento progressivo e infinito — do número de enfermos? Que as complicações fossem menos comuns e agressivas? Que fossem necessárias menos drogas para aplacar um sintoma?
Preferimos ignorar que a toda ação corresponde uma reação; não respeitamos o simples conceito de que, diante de qualquer movimento ou agressão ao corpo, ele responde primeiro com um processo inflamatório para produzir a cura, e que esse mecanismo não é isolado, mas sistêmico, comprometendo todos os sistemas e órgãos por meio da corrente sanguínea e do sistema nervoso central.
Também deixamos de lado conhecimentos milenares de culturas que nos transmitiram o verdadeiro cuidado com o corpo. Os tempos modernos trouxeram a publicidade e o interesse comercial acima de tudo, e com isso perdemos a essência da medicina, que é a prevenção — e não particularmente a cura.
Felizmente, nem tudo é negativo. Graças ao avanço científico e ao acúmulo de conhecimento, hoje conseguimos entender erros do passado e, ao menos, tentar corrigi-los: primeiro, não os repetindo; segundo, reparando os danos produzidos e minimizando respostas patológicas que se manifestam com o tempo.
A ciência nos permitiu, em inúmeras ocasiões, alcançar conforto e processos de cura notáveis: substituição de estruturas ósseas por próteses, estruturas cocleares por aparelhos auditivos, lentes intraoculares e próteses dentárias. Sobre este último ponto, cabe um exame do custo–benefício do que se preconiza diariamente nos consultórios: os implantes dentários, em sua maioria de ligas metálicas (titânio) e, em versões mais modernas, de zircônia. Tais estruturas são implantadas causando inicialmente dano às trabeculações ósseas — do maxilar superior ou inferior. Fala-se, de forma imprecisa, em “osteointegração” da estrutura artificial ao corpo biológico; semanticamente, trata-se de algo impossível, pois metal e sistema biológico não se integram de fato. O que chamamos de osteointegração é, na verdade, um processo inflamatório em que o organismo se defende daquela agressão — o implante — tentando adaptar um material desconhecido (osteo–adaptação). A peça pode ficar perfeitamente estável, mas é preciso entender que aquela região se integra a outras partes do corpo; assim, o processo inflamatório de fixação e sua cicatriz podem gerar alterações à distância. Na terapia neural, denominamos isso de campo de interferência ou gatilho neuromodulador. Pode manifestar-se por sintomas imediatos ou instalar reações progressivas até eclodir em uma queixa clara.
Sobre materiais e preços
No campo da saúde, comercializam-se diferentes produtos que, conforme suas características técnicas e principalmente a qualidade de seus componentes, variam amplamente de preço. Se falamos de saúde — de resguardar a integridade do paciente, a viabilidade e a durabilidade dos tratamentos — não deveríamos exigir que qualquer material introduzido no corpo humano fosse sempre o de melhor qualidade?
É comum ouvirmos que o paciente deve escolher, dentro de suas possibilidades, este ou aquele implante. Oferecer o melhor produto, sabendo que seu preço o torna inviável para muitos, pode configurar uma forma velada de coerção “em nome da saúde”. A saúde de excelência volta a ficar limitada às possibilidades financeiras do indivíduo, que às vezes opta pelo mais barato, entrando numa perigosa roleta russa capaz de comprometer toda a sua existência.
Esse cenário, descrito aqui no contexto odontológico, repete-se diariamente em outras prestações de saúde e na aquisição de medicamentos; evidencia que a saúde obedece a padrões comerciais e nem sempre ao interesse de melhorar a qualidade de vida humana. Talvez seja utópico imaginar acesso igualitário à excelência, mesmo em saúde; ainda assim, precisamos encarar o problema global para compreender o estado atual da população, com o aumento e/ou agravamento diário de doenças e intercorrências.
O desconhecimento de informações essenciais sobre a função dos dentes e suas relações — entre si e com cada estrutura do organismo — conduz inevitavelmente ao fracasso de muitos tratamentos.
Durante séculos, diferentes culturas relacionaram cada dente a circuitos e comunicações energéticas, tanto em seu funcionamento individual quanto no conjunto. Nos últimos anos, porém, inclinamo-nos a uma odontologia agressiva, reparadora e não preventiva. Valores perdidos apontam a influência da psique no desenvolvimento futuro de patologias dentárias, predispondo dentes específicos à instalação de cáries. As escolas de decodificação dentária mostram, com evidências, que eventos traumáticos emocionais — na infância e adolescência — deixam marcas que emergem como patologias em dentes determinados. Frequentemente resolvemos o problema apenas localmente (corrigir ou extrair o dente), sem tratar a origem psicoemocional que desencadeou a doença.
Para concluir, seria desejável que esse conhecimento fosse incorporado por escolas e associações de odontologia no mundo, consolidando um ensino verdadeiramente humanizado em cada procedimento; resgatando a necessidade imperiosa e insubstituível de uma atenção odontológica com critérios científicos e holísticos, capaz de promover uma odontologia inteligente e reduzir o sofrimento do consultante.
A proposta é oferecer informação correta sobre o antes, o durante e o depois do atendimento odontológico; analisar o estado geral e emocional do paciente e avaliar as respostas naturais possíveis de cada indivíduo.
Conclusão final
A odontologia é fundamental na recuperação e no tratamento das doenças da boca, essenciais à integração social, à autoconfiança e aos comportamentos do indivíduo. Como técnica cada vez mais permeada por tecnologia, deve integrar o conhecimento do comportamento sistêmico do paciente para proporcionar tratamentos adequados à necessidade, com respeito à singularidade de cada pessoa; analisando prós, contras e o custo–benefício de cada abordagem. Assim, a prática odontológica converte-se em um cuidado único, sincero, afetuoso e abrangente.
Cada consulta torna-se não apenas um tratamento dentário, mas também um encontro de compreensão de um ser humano que paga por um atendimento de excelência, confiando nas capacidades profissionais e humanas de seu cuidador — no sistema público ou privado.
Dr. Gonzalo Hernán Andina Fernández
Médico cirurgião / Terapia Neural
Tel. +55 11 91026 4811
Odontology in modern human life. This account does not aim to judge or prejudge specific people, situations, or institutions. It is simply an objective description of the individual’s journey before, during, and after a visit to the dentist.
I wish to make clear that this personal view stems from my own experience in recent years, seeking to understand the direct relationship between dental procedures and the rest of the organism, and the tireless search for answers to the various conditions presented by my patients. As a physician, in line with my background and increasingly in‑depth studies in holistic medicine, I gained access to knowledge about the intimate relationship between the teeth and the body as a whole. Given the countless neural connections of dental structures, I begin every consultation with a semiological inspection of the oral cavity, paying particular attention to visible and/or palpable dental structures and, in depth, through panoramic radiographs.
Along this path, I sadly realized that both dental and medical university training lack the most useful and sensitive information on the genesis of oral diseases and their systemic consequences. Even today, we encounter professionals who remain astonishingly unaware of the evolution of scientific knowledge and thought. This leads me to believe that the sole and ultimate aim pursued by contemporary dentistry has become generating a financial system that works for the professional—often at the expense of the individual’s overall health—while overlooking the neurological and biological magnitude of dental procedures. Although it may appear to concern “only a small tooth,” such an approach can be traced either to a lack of knowledge, study, and research, or to a drift toward becoming mere technicians of fashionable procedures (e.g., facial harmonization, IV drips), neglecting the essential mission of caring for the patient’s mouth from its core.
Understanding what has happened in recent years—in this world we call modern—allows us to interpret the rising number of diseases and health complications. Would it not be more logical that, with so much scientific progress and countless therapies presented daily, we would witness a decrease—rather than a progressive, endless increase—in the number of patients? Fewer complications? Fewer drugs needed to suppress symptoms?
We chose to ignore that every action elicits a reaction. We forget the simple principle that when the body experiences movement or aggression, it first responds with inflammation to initiate healing. This mechanism is not isolated; it is systemic, involving all systems and organs via the bloodstream and the central nervous system.
We have also disregarded millenary knowledge from cultures that taught us how to truly care for the body. Modern times brought advertising and commercial interests above all else, and we lost the true essence of medicine: prevention, not merely cure.
Yet not all is bleak. Scientific progress and accumulated knowledge now enable us to understand past errors and, at the very least, attempt to correct them—first by not repeating them; second by repairing the damage and minimizing pathological responses that manifest over time.
Science has often granted us comfort and meaningful cures: replacing bone structures with prostheses, cochlear structures with hearing devices, intraocular lenses, and dental prostheses. On the latter, let us consider the cost–benefit of what is advocated daily in clinics: dental implants—mostly metallic alloys (titanium) and, in newer versions, zirconia. These are implanted causing initial damage to the bony trabeculae of the maxilla or mandible. We often hear about the “proper osseointegration” of an artificial structure into the body. Semantically, that is impossible: metal and biology do not truly integrate. What we call osseointegration is, in fact, an inflammatory process in which the body defends itself from the aggression of an unfamiliar material (osteo‑adaptation). The implant may remain firmly in place, but we must remember that the region is integrated with multiple body areas; thus, the inflammatory fixation and scarring can trigger distant alterations. In neural therapy, we call this an interference field or neuromodulatory trigger. It may appear as immediate symptoms or as progressive reactions culminating in a clear complaint.
On materials and prices
In health care, products vary widely in price depending on their technical features and, above all, the quality of their components. If we are dealing with health—protecting patient integrity, ensuring treatment viability and durability—shouldn’t we require that any material introduced into the human body be of the highest quality?
It is common to hear that patients should choose an implant according to their means. Offering the “best” product while knowing that its price puts it out of reach can amount to a veiled form of coercion “in the name of better health.” Excellence becomes bound to the individual’s finances. Some opt for cheaper options, entering a risky roulette that may compromise their entire existence.
This reality, illustrated here in dentistry, recurs daily across health services and medication purchases, revealing that health often follows commercial patterns rather than the aim of improving human life quality. While universal access to excellence may be utopian, especially in health, we must still confront this global issue to understand today’s population health, as diseases and intercurrent events increase and/or worsen, generating new ailments.
Ignorance of essential information about dental function and its relationships—among teeth and with each body structure—inevitably leads to failed treatments.
For centuries, ancient cultures linked each tooth with energetic circuits and communications, both individually and collectively. In recent years, however, we have leaned toward aggressive, reparative dentistry rather than prevention. Lost values point to the psyche’s influence on future dental pathologies, predisposing specific teeth to caries. Dental decoding schools now show, with evidence, how emotional trauma in childhood and adolescence can imprint patterns that later emerge as dental disease. Too often, we resolve only the local issue (correction/extraction) without addressing the psycho‑emotional origin that triggered the illness.
To conclude, it would be desirable for schools and associations worldwide to incorporate this knowledge, forging truly humanized teaching for each procedure; reclaiming the indispensable need for dental care grounded in scientific and holistic criteria—enabling intelligent dentistry and reducing patient suffering.
The proposal is to provide correct information about the before, during, and after of dental care; to analyze the patient’s general and emotional state; and to evaluate each individual’s natural responses.
Final conclusion
Dentistry plays a vital role in treating oral diseases, essential for social integration, self‑confidence, and human behavior. As a field increasingly permeated by technology, it should integrate knowledge of the patient’s systemic behavior to deliver care tailored to individual needs, respecting uniqueness and weighing pros, cons, and cost–benefit of each approach. In this way, dental practice becomes a unique, sincere, caring, and encompassing service.
Each consultation becomes not only a dental treatment but also an encounter that fosters understanding of the human being who pays for specialized, excellent care, trusting in the professional and human capacities of the caregiver—both in public and private systems.
Dr. Gonzalo Hernán Andina Fernández
Medical doctor / Neural Therapy
Tel. +55 11 91026 4811
L’odontologie dans la vie moderne de l’être humain. Ce récit n’a pas pour but de juger ou de préjuger des personnes, situations ou institutions en particulier ; il s’agit d’une description objective du parcours de l’individu avant, pendant et après une visite chez le dentiste.
Je précise que cette vision personnelle découle de ma propre expérience des dernières années, en recherchant la relation directe entre les actes odontologiques et le reste de l’organisme, ainsi que des réponses aux différents maux présentés par mes patients. En tant que médecin, conformément à ma formation et à mes études de plus en plus approfondies en médecine holistique, j’ai accédé à des connaissances sur l’étroite relation entre les dents et l’organisme. Compte tenu des innombrables connexions nerveuses des structures dentaires, je commence toute consultation par une inspection sémiologique de la cavité buccale, en prêtant une attention particulière aux structures dentaires visibles et/ou palpables et, en profondeur, par des radiographies panoramiques.
Au fil de ce parcours, j’ai tristement constaté que la formation universitaire — odontologique comme médicale — manquait d’informations essentielles et sensibles sur la genèse des maladies buccales et leurs conséquences systémiques. Aujourd’hui encore, des professionnels méconnaissent l’évolution des connaissances et de la pensée scientifique. Cela me conduit à penser que l’objectif ultime de l’odontologie moderne est devenu la création d’un système financier favorable au professionnel, au détriment de la santé globale de l’individu, en négligeant l’ampleur neurologique et biologique des actes. Bien qu’il ne s’agisse apparemment « que d’une petite dent », cette approche peut s’expliquer par un déficit de savoir, d’étude et de recherche, ou par la dérive vers le rôle de simple technicien de procédures à la mode (harmonisation faciale, perfusions), au détriment de la mission essentielle : travailler la bouche du patient depuis son essence.
Comprendre ce qui s’est produit ces dernières années — dans ce monde dit moderne — nous permet d’interpréter la hausse des maladies et des complications. Ne serait‑il pas plus logique que, face aux avancées scientifiques et à la profusion de thérapies, nous assistions à une diminution — et non à une augmentation continue — du nombre de malades ? À moins de complications ? À moins de médicaments pour taire les symptômes ?
Nous oublions qu’à toute action correspond une réaction. Nous négligeons le principe simple selon lequel le corps répond d’abord par l’inflammation pour initier la guérison, et que ce mécanisme n’est pas isolé mais systémique, impliquant tous les systèmes et organes via la circulation sanguine et le système nerveux central.
Nous avons également relégué les savoirs millénaires des cultures qui nous ont transmis le véritable soin du corps. Les temps modernes ont placé la publicité et l’intérêt commercial au‑dessus de tout ; nous avons perdu l’essence de la médecine : la prévention plutôt que la seule guérison.
Heureusement, tout n’est pas sombre. Les progrès scientifiques nous permettent de comprendre les erreurs passées et, au minimum, d’essayer de les corriger : d’abord en évitant de les répéter ; ensuite en réparant les dommages et en minimisant les réponses pathologiques qui se manifestent avec le temps.
La science nous a souvent apporté confort et véritables guérisons : prothèses osseuses, implants cochléaires, lentilles intraoculaires, prothèses dentaires. À propos de ces dernières, examinons le rapport coût–bénéfice de ce qui est préconisé au quotidien : les implants dentaires — majoritairement en alliages métalliques (titane) et, plus récemment, en zircone. Leur pose occasionne d’abord une lésion des travées osseuses du maxillaire ou de la mandibule. On parle de « bonne ostéointégration » de la structure artificielle au corps ; sémantiquement, c’est impossible : le métal et le vivant ne s’intègrent pas réellement. Ce que nous appelons ostéointégration est un processus inflammatoire par lequel le corps se défend d’un matériau étranger (ostéo‑adaptation). L’implant peut rester solidement en place, mais la zone concernée fait partie d’un tout : l’inflammation et la cicatrisation peuvent induire des perturbations à distance. En thérapie neurale, on parle de champ d’interférence ou de déclencheur neuromodulateur. Cela peut se manifester par des symptômes immédiats ou par des réactions progressives jusqu’à l’expression claire d’une plainte.
Matériaux et prix
Dans le domaine de la santé, les produits varient selon leurs caractéristiques techniques et, surtout, la qualité de leurs composants, ce qui influe sur le prix. S’il s’agit de protéger l’intégrité du patient, la viabilité et la durabilité des traitements, ne devrait‑on pas exiger que tout matériau introduit dans le corps humain soit de la meilleure qualité ?
On entend souvent qu’il revient au patient de choisir, selon ses moyens, tel ou tel implant. Proposer « le meilleur » tout en sachant que son prix le rend inaccessible revient à une forme voilée de contrainte « au nom de la santé ». L’excellence se retrouve limitée aux capacités financières de chacun ; certains optent pour des solutions moins coûteuses, au risque d’une roulette russe compromettant toute leur existence.
Cette réalité, illustrée ici par l’odontologie, se répète dans d’autres prestations de santé et l’achat de médicaments, montrant que la santé répond fréquemment à des logiques commerciales plutôt qu’à l’amélioration de la qualité de vie. Même si l’accès universel à l’excellence relève peut‑être de l’utopie, il est indispensable d’affronter ce problème mondial afin de comprendre l’état sanitaire actuel de la population, marqué par l’augmentation et/ou l’aggravation des maladies et des intercurrences.
L’ignorance d’informations essentielles sur la fonction des dents et leurs relations — entre elles et avec chaque structure de l’organisme — conduit inévitablement à l’échec de nombreux traitements.
Pendant des siècles, des cultures anciennes ont relié chaque dent à des circuits et communications énergétiques, tant dans son fonctionnement individuel qu’en ensemble. Ces dernières années, nous nous sommes orientés vers une dentisterie agressive, réparatrice et non préventive. Les valeurs perdues rappellent l’influence de la psyché sur les pathologies dentaires futures, prédisposant certaines dents aux caries. Les écoles de décodage dentaire démontrent comment des événements traumatiques émotionnels — durant l’enfance et l’adolescence — laissent des empreintes qui émergent plus tard sous forme de pathologies dentaires. Trop souvent, nous ne résolvons que le problème local (correction/extraction) sans traiter l’origine psycho‑émotionnelle à l’origine de la maladie.
En conclusion, il serait souhaitable que ce savoir soit intégré par les écoles et associations d’odontologie dans le monde, afin d’asseoir un enseignement véritablement humanisé pour chaque acte ; en réaffirmant la nécessité d’un soin odontologique fondé sur des critères scientifiques et holistiques, rendant la dentisterie plus intelligente et réduisant la souffrance des consultants.
La proposition consiste à fournir une information correcte sur l’avant, le pendant et l’après du soin dentaire ; à analyser l’état général et émotionnel du patient ; et à évaluer les réponses naturelles susceptibles de se manifester chez chacun.
Conclusion finale
L’odontologie joue un rôle essentiel dans le traitement des maladies buccales, indispensables à l’intégration sociale, à la confiance et aux comportements. Domaine de plus en plus technologique, elle doit intégrer la compréhension du fonctionnement systémique du patient pour proposer des traitements adaptés, dans le respect de l’unicité de chaque personne, en évaluant les avantages, les inconvénients et le coût–bénéfice de chaque option. Ainsi, la pratique odontologique devient un service unique, sincère, bienveillant et enveloppant.
Chaque consultation devient non seulement un acte dentaire, mais aussi une rencontre d’écoute et de compréhension d’un être humain qui investit dans une prise en charge d’excellence, confiant dans les compétences professionnelles et humaines de son soignant — en système public ou privé.
Dr. Gonzalo Hernán Andina Fernández
Médecin‑chirurgien / Thérapie neurale
Tél. +55 11 91026 4811